Se retoman gestiones para crear la marca colectiva Pitaya
- El objetivo es reforzar la presencia de este fruto como producto de identidad y potenciarla como fuente de negocios
Con el fin de hacer valer la identidad de la pitaya jalisciense se ha retomado la iniciativa de gestionar una marca colectiva en favor de esta cactácea. En principio, tal figura jurídica se enfocaría a Techaluta de Montenegro, por ser este municipio el que cuenta con la oferta más importante en cuanto a superficie sembrada y volumen comercializable.
El coordinador técnico del Consejo Estatal de Productores de Pitaya, Ricardo Navarro Hernández indicó que este planteamiento contempla tomar en cuenta una tradición de varias décadas de comercialización de este fruto suculento, además de sus avances agronómicos recientes y la parte artesanal que se tiene en el corte y limpieza de las frutas antes de su envío en fresco al mercado.
Recordó el extensionista de la Secretaría de Desarrollo Rural (SEDER) de Jalisco, que en años recientes ya se había presentado la iniciativa, pero en su momento no se le dio seguimiento para salir adelante con el reconocimiento formal que se tendría ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), con la liberación de la marca colectiva, como ha ocurrido con otros productos, como la raicilla.
Navarro Hernández detalló que en los años recientes se ha avanzado en la tecnificación de la pitaya, lo que ha traído consigo paquetes tecnológicos que aumentaron su producción, además de un mejor manejo para prolongar la vida de anaquel de la fruta hasta por dos semanas, si se mantiene en temperatura constante.
Trabajos de investigación sobre los costos de inversión en huertas tecnificadas, han arrojado que un terreno con entre 750 y mil pitayos requiere de 85 mil pesos por hectárea, lo que incluye material vegetativo, obras de riesgo de auxilio y mano de obra.
Un nuevo organismo cultivado requiere de un lapso mínimo de tres años para que empiece a dar frutos. Asimismo, se tienen acciones específicas dentro del paquete para el combate de algunos insectos nocivos, como el picudo y el descortezador, que son destructores de los pitayos.
También se debe continuar con la diversificación de productos alimenticios y cosméticos que incluyan a la pitaya en su contenido, como ya ha sucedido con el champú, los panes, paletas, mermeladas, tamales y vinagretas, entre otros.