El público me aguanta todas mis tonterías: Verónica Castro
Los nervios nunca han dejado de sentirse, dice Verónica Castro, minutos antes de salir a escena en la obra de teatro Aplauso. Aun con 40 años de experiencia, cada día que se planta ante el público es una experiencia nueva.
“¿Lista para salir? Nooo, estoy muy nerviosa, es horrible, no se me quitan y ahora que empiezo la temporada, digo: ¿Por qué hubo manifestación?”, cuenta la actriz.
Castro señala que se siente agradecida de este regreso al escenario, tras ocho años, y de que aún la quieran ver.
“La verdad, salir en esta ciudad es complicado. Si yo nada más para venir de la casa acá hago una hora. Dios mío, hay gente que viene a lo mejor hasta en camión, ¿Cómo le hacen? Es un gran esfuerzo que valoro mucho; aparte de todo, el pago de la entrada, arreglarte para salir…”.
“Por si fuera poco, el público me aguanta todas mis tonterías, eso es lo más padre de todo”, ríe.
Para dar vida a Margot, su personaje en el montaje, Castro realiza 13 cambios de vestuario (todos sacados de su propio guardarropa), cambia de peinado, usa pelucas, canta y baila, además de que opta por maquillarse sola.
“Ya estoy muy mayor como para necesitar apoyo. Y siempre me he acoplado a hacer las cosas yo. Cuando hay necesidad, que voy a salir en la portada de una revista o voy a hacer algo muy especial, entonces sí viene un maquillista o un peinador, pero para estar diario, no. Aparte de que salen muy caros –ríe-. Y con tanta gente me pongo más nerviosa, entonces hago lo que puedo conmigo y salgo adelante”.
Antes de salir a escena en el Teatro San Rafael, la protagonista de telenovelas como ”Los ricos también lloran” y ”Rosa salvaje” hace una escala para pedir que todo salga bien.
“Hablo un ratito con la Virgen, me persigno, le pido que me acompañe y me ayude. Yo la quiero mucho, la verdad es que sí me ha ayudado. Hay mucha gente que no cree en eso, pero yo sí. No afecto a nadie con orar un ratito”, reconoce la actriz, quien comparte el escenario con Natalia Sosa, Lenny Zundel, Olivia Bucio y Eugenio Montesoro.
Fuente: El Informador