Discriminación salpica los Juegos Olímpicos
Para los espectadores, los Juegos Olímpicos significan una sola cosa: competencia entre atletas que buscan ganar para llevarse el oro y demostrar que se es el mejor en una u otra especialidad. Sin embargo, entre otras cosas, también llevan en el interior otro mensaje: la difusión de la paz.
En los tiempos antiguos, se imponía una especie de ”tregua olímpica” o ”paz olímpica”, que era un periodo en el cual las guerras se suspendían para que los guerreros pudieran desplazarse a Olimpia para competir en los Juegos, y luego, podían regresar a sus ciudades en paz. Este mensaje ha sido implementado desde que los Juegos Olímpicos modernos iniciaron, invitando a los atletas a dejar de lado las diferencias que existen entre ellos para mostrar el espíritu deportivo por encima de otras cosas. Sin embargo, pese a las sanciones que pudieran anunciarse y que el tiempo avanza y las concepciones sociales han cambiado, la discriminación ha salpicado las olimpiadas, los Juegos Olímpicos de la Paz.
En Río de Janeiro se han dado a conocer noticias que han sido alegría para muchos, pero que por otro lado, han generado situaciones discriminatorias entre los competidores y hacia los representantes de las diferentes delegaciones. Lo más sonado recae en aquellas muestras que hacen evidente que la situación no ha cambiado del todo.
RACISMO
El primer caso es el de la judoka brasileña Rafaela Silva, quien obtuvo un oro histórico para su país. Tras ganar, Silva alzó la voz para denunciar las circunstancias de las que ella misma ha sido víctima: ”Estoy muy feliz por estar realizando mi sueño aquí dentro de casa, mostrar al pueblo que me criticó en Londres, que dijo que era una vergüenza para mi familia, que el lugar para el mono era una jaula y no en la Olimpiada”, señaló ella misma, víctima de racismo por ser negra y procedente de una favela, y completó: ”El mono que tendría que estar en una jaula en Londres salió de la jaula y fue campeona olímpica aquí en Río de Janeiro”.
Kiros Habte participó en la ronda clasificatoria de natación de los 100 metros libres, y dejó a Etiopía, su país, en el último entre los 59 representantes y eventualmente eliminado. El público silbó al nadador tras su actuación, y fue duramente criticado, tildado de ”gordo”, y apodado de diversas maneras también por su aspecto físico. El atleta simplemente agradeció por haber tenido un lugar en las olimpiadas.
Simone Manuel se convirtió en la primera mujer de color en ganar una medalla de natación. Sin embargo, un diario decidió anunciar la proeza como ”Michael Phelps compartió su noche histórica con una afroamericana”. El triunfo fue desvalorizado y puesto en segundo plano. Manuel señaló que el hecho no debía ser mencionado como fue, ya que se demeritaba su actuación tanto por ser mujer como por ser afroamericana.
AGRESIÓN EN REDES SOCIALES
Una de las formas más frecuentes de agresión hacia los competidores se da a través de las redes sociales, debido a la ventaja con la que el público puede opinar sobre lo que observa en los Juegos.
Víctima de esto fue la gimnasta mexicana Alexa Moreno, quien tras terminar en el sitio 31 de las preliminares de su deporte, fue criticada fuertemente por su aspecto. Los espectadores hicieron circular en redes ”memes” con los que se burlaban tanto por su trabajo en el gimnasio como por su peso.
Joanna Maranhao sufrió de ciberbullying, luego de perder en los 200 metros mariposa y quedar eliminada de la competición. Triste, la nadadora dijo al respecto de las burlas: ”No es posible que alguien te desee que te violen o que mueras. No tienen por qué quererme, pero es necesario tener respeto”.
DIFERENCIAS ÉTNICAS
Una ”selfie” entre gimnastas coreanas causó sensación por un lado y sorpresa por el otro. Esto, debido a que una es originaria de Corea del Norte y la otra del Sur, lo que atrae por los conflictos políticos que tienen separadas a ambas naciones. Tras la polémica generada, Lee Eun-Ju, surcoreana, se declaró admirada por las repercusiones de la fotografía y dijo: ”Nos mezclamos con atletas de otros países, nos saludamos. ¿Por qué qué nosotros (los coreanos del Sur y del Norte) no podríamos hacerlo también?”. El presidente del COI vio esta expresión como un verdadero gesto de paz.
Tras su derrota, el judoka Islam El-Shehabi optó por rechazar la mano de su rival, el israelí Or Sasson. El mal gesto ocurrió al finalizar el juego en el que Shehabi perdió, dejando a su compañero con la mano extendida. Al respecto, la Federación Internacional de Judo analiza tomar medidas contra el atleta, a decir de varias publicaciones.
Los Juegos Olímpicos tienen, más que nada, la obligación de promover los valores de igualdad, esfuerzo, compañerismo, integración, solidaridad, compromiso, dedicación y lo más importante, respeto. Pero a pesar de todo, finalmente parece que muchos -atletas y espectadores- no lo han entendido así.
EL INFORMADOR/ORALIA FLORES